El pasado 29 de agosto la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó al INE que en un plazo de 12 horas ajustara las diputaciones federales del PVEM en la tercera circunscripción para dar más espacio a las mujeres.
Gracias a este resolutivo de la Sala Superior la fórmula integrada por Javier Octavio Herrera y Luis Armando Melgar fue sustituida por la de Laura Fernández y Sandy Montemayor, con lo cual la Cámara de Diputados federal por primera vez en su historia quedó integrada con paridad de género: 250 mujeres y 250 hombres.
Fue la coronación de una larga lucha para acabar con la supremacía de los hombre en el Congreso de la Unión y conseguir la anhelada paridad de género, ya convertida en ley a nivel federal y en todos los estados de la república.
Para consolidar más esa anhelada paridad de género en el terreno de la política electoral, el INE decidirá en cuáles de los estados que el año entrante habrá elección para gobernador los partidos políticos estarán obligados a postular mujeres como candidatas. De esta forma se busca avanzar para que en un plazo no muy lejano la paridad de género sea una realidad también en los estados de la república para que la mitad de éstos sean gobernados por mujeres.
Está por demás advertir que al forzar esta paridad de género se estarán vulnerando los derechos de muchos hombres que por ley tienen el derecho a votar y ser votados, ya que por lo menos en tres estados de la república el año entrante no podrán registrarse hombres como candidatos a la gubernatura.
Así, lo que debiera ser una libre competencia entre hombres y mujeres por igual en la que prevalezca el talento y el carisma de cada candidato sin importar su sexo, terminará convertida en una contienda reservada exclusivamente para mujeres, en la cual por supuesto llevarán mano las esposas, las amantes, las hermanas, las hijas, las madres y las ahijadas de los hombres del poder, como lo vimos recientemente en el estado de Guerrero, donde ante la incapacidad de Félix Salgado Macedonio para competir por la gubernatura bajo los colores de MORENA terminó imponiendo a su hija.
Mientras a nivel nacional las feministas y los impulsores de la paridad de género festejan que finalmente la Cámara de Diputados consiguió el anhelado 50-50 en materia de género, en el estado de Nayarit abundan los que celebran como un logro histórico que el 60% del nuevo Congreso estatal corresponda a mujeres y el 40% a varones.
Apenas el pasado mes de mayo un estudio del Instituto Mexicano de Competitividad establecía que Nayarit era el estado con menor cantidad de mujeres en su Congreso, con apenas un 37% del total. Hoy seguramente Nayarit será el estado con menor número de hombres en su Poder Legislativo con apenas el 40% del total. Hasta hace poco nos avergonzaba que el Congreso estuviera integrado por 11 mujeres y 19 hombres, hoy nos llena de orgullo que el nuevo Legislativo esté compuesto por 12 hombres y 18 mujeres.
De los 30 espacios que componen el Poder Legislativo de Nayarit, 18 son ocupados por mujeres y 12 por hombres, lo cual rompe con el esquema que a nivel federal se ha impulsado para consolidar la paridad de género en un 50-50 para hombres y mujeres.
Lo anterior ha sido posible gracias a que la Ley Electoral del Estado de Nayarit ve la paridad de género como un piso, no como un techo. Quiere decir que es imperativo que las mujeres ocupen el 50% de todos los espacios de elección popular, pero si ese porcentaje fuera superior no habrá ningún problema, como lo acabamos de ver en el proceso electoral que terminó recientemente.
Tras vivir un largo patriarcado en materia de cargos de elección popular hoy muchos ven con agrado que la tendencia se haya revertido y el actual Congreso esté controlado de manera contundente por mujeres, lo cual les dió derecho a ocupar los principales espacios que componen en Poder Legislativo.
Sin embargo es importante recordar cómo empezó todo esto, como una lucha para impedir que un sexo se impusiera sobre el otro. Lo que pasó en la integración de la actual legislatura nayarita fue un accidente muy agradable que viene a refrescar el quehacer político en la entidad, pero no debe repetirse en la siguiente elección. Los mismos diputados deben ponerse a trabajar para lograr lo que ya es ley a nivel federal: la integración de una cámara estrictamente paritaria en la que hombres y mujeres ocupen igual número de espacios.
En determinadas condiciones la llamada discriminación positiva es saludable, pero no debe ser el objetivo a seguir, sino una absoluta y consolidada paridad de género.
Ya luego vendrá el debate de a qué sector asignar a los representantes de los otros sexos, que a nivel federal ya también están representados en el nuevo Poder Legislativo, pero por lo pronto podemos comenzar con nivelar el asunto entre mujeres y hombres, sin detenernos a ver si son caramelos o bolitas.