Ante el colapso registrado por el Seapal Vallarta en los últimos meses la única explicación que encuentran el alcalde Luis Michel y el director del organismo Salvador Llamas es la del sabotaje de los propios trabajadores de la dependencia para dinamitar por dentro el prestigio y la infraestructura del organismo paramunicipal.
Por supuesto que el Seapal está en crisis, pero eso es producto de décadas de abandono, de sexenios de saqueos y ostentosa corrupción. Son las consecuencias lógicas de haber convertido al Seapal en una plataforma política en lugar de mantenerla con un ente exclusivamente técnico, dedicado a su importante labor de dotar de agua potable y alcantarillado a todos los habitantes del municipio.
Durante el sexenio pasado colapsó una buena parte del gran colector, al que por dos décadas no se le dio ningún tipo de mantenimiento. En los próximos meses y años lo que veremos será más de lo mismo, porque la infraestructura más importante del Seapal, la que está enterrada, ha llegado al final de su vida útil y deberá ser reemplazada por nuevas estructuras.
Apenas el lunes el alcalde Luis Michel metía las manos al fuego por la integridad de su amigo Salvador Llamas, a quien justificó por pasársela de viaje en diversos rumbos del país en lugar de estar en su oficina del Seapal atendiendo las graves fallas que a diario se presentan.
«El Seapal está en manos de un director operativo que tiene más de 20 años en el organismo», mintió con la verdad el profe Michel para justificar que el organismo está en manos de expertos mientras su director de membrete se dedica a recorrer el país preparando la candidatura del alcalde para la gubernatura de Jalisco en el 2024.
La verdad es que si el Seapal no ha reventado de plano es porque la gran mayoría de sus trabajadores operativos son expertos en el tema, por eso un exceso acusarlos de ser ellos mismos los que están atentando en contra de su fuente de empleo.
Por desgracia han sido el propio Luis Michel y Salvador Llamas quienes se han dedicado a dividir y envenenar a la sociedad vallartense con sus intrigas maquiavélicas. Fue Salvador Llamas quien inventó un secuestro en el Icon con lujo de violencia y fue quien desde que llegó a Vallarta se rodeó de gente armado y le puso media docena de guaruras armados al entonces candidato de MORENA.
Hoy ya en el poder los dos hombres fuertes de Vallarta se han dedicado a enrarecer el ambiente vallartense al rodearse de gente armada para realizar sus actividades cotidianas. Fue Salvador Llamas quien utilizó el mote de «El Capo del Agua» para denunciar los presuntos excesos en los que ha incurrido el dirigente sindical del Seapal Vallarta, a quien acusó penalmente de encabezar un cártel dedicado a robarse el dinero del Seapal.
El propios Luis Michel permitió que sus operadores filtraran información para denunciar otro cártel, «EL Cártel Inmobiliario» que con el aval del gobierno emecista se dedicó a construir edificios que violan la norma en todos los rincones del municipio.
Por desgracia Salvador Llamas piensa que Puerto Vallarta es Zacatecas y por eso se desempeña como si todos en esta ciudad fueran unos delincuentes, por eso anda rodeado de gente armada, por eso le puso guaruras al presidente municipal y por eso encuentra sabotajes y mafias por todas partes.
Qué pena que un profesor que prometió darle a Vallarta un gobierno diferente esté cumpliendo su promesa de una forma tan lamentable, porque como dice el refrán, el león piensa que todos son de su condición.
Para sacar al Seapal de su crisis Salvador Llamas ya encontró una rápida solución: contratar a expertos israelíes que muy pronto llegaran a esta ciudad a enseñarle a los empleados del Seapal cómo ser más profesionales.
Ojalá que pronto nos digan cuánto vamos a pagar los usuarios del Seapal por esta ocurrencia del nuevo gobierno municipal.